El trabajo es la realización del hombre en su capacidad creativa. Mediante el mismo este no sólo
obtiene los recursos necesarios para su existencia sino además –y quizás sea lo más importante- para
que su vida trascienda.
Eso es lo que moviliza a preservar y mejorar los espacios de trabajo en forma constante de manera
que se pueda garantizar el desarrollo de la actividad laboral en cualquier sector.
El día del trabajador se conmemora en honor a los mártires de Chicago, ocho trabajadores a los que
condenaron a muerte porque se atrevieron a desafiar un sistema de explotación y abuso.
Jornadas de 12 horas, que incluso llegaron a 18, fueron entre otros el motivo para una ola de huelgas
en las principales ciudades industriales de Estados Unidos.
Las condiciones de trabajo en esa época implicaban un riesgo para la integridad de las personas.
A medida que se afianzó el industrialismo se priorizó imponer procesos que permitieran producir más
en menor tiempo sin considerar, ni por un momento, al trabajador y las condiciones insalubres
presentes en todas las industrias de la época.
Por lo mismo, a lo largo de la historia del trabajo, en especial al período industrial se persiguió el
propósito de disminuir los riesgos e incluso terminar con los mismos a través de acciones concretas en
ese sentido.
La historia cuenta que desde tiempos remotos existieron personas que realizaron experiencias y
tomaron medidas que fueron una verdadera contribución a la prevención de los riesgos del trabajo y
a la promoción de la salud y la higiene en el trabajo.